Hoy leí la contratapa de Página 12 escrita por José Pablo Feinman, intitulada "Lo que está en juego" (
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-107733-2008-07-13.html107733-2008-07-13.html). Y el gran filósofo me hizo pensar mucho. He aquí el resultado de mis elucubraciones.

Según la lógica de Feinman, el que no está de acuerdo con el gobierno en el poder, el que piensa diferente, el que tiene una ideología distinta a la dominante (o mejor dicho a la que nos domina), está agrediendo a un gobierno democráticamente elegido. El que no está de acuerdo, según él, pretende subvertir el sistema democrático. Ya oí razonamientos similares alguna vez, así que el de Feinman me genera como un deja vu del nefasto pasado reciente.
Feinman está seguro de que todos los que van a los actos de Cristina lo hacen por propia voluntad. No los llevan. Afirma que debemos creer que la democracia está en peligro porque así lo dicen Roberto “Tito” Cossa, Patricio Contreras, Juan Forn, Octavio Getino, Eduardo “Tato” Pavlovsky, Lorenzo Quinteros, Miguel Rep, Horacio Verbitsky o David Viñas. Y que no debemos creerle al Poder Mediático. Coincido: no hay que creerle al poder mediático, como tampoco tenemos que permitir que nos digan qué pensar. Ni los medios ni Verbitsky ni los intelectuales mencionados tienen la verdad revelada. Tampoco Feinman.
Además, ¿qué es ser un intelectual? ¿Acaso hay personas por encima de todo el resto a quienes haya que seguir irreflexivamente? ¿Pertenecen a algún tipo de especie superior que jamás se equivoca? ¿Son más válidas sus percepciones que las de una persona que trabaja para comer y ve cómo sus sueños están cada vez más lejos mientras desde el Gobierno le dicen que está todo bien?
Por otra parte, Feinman supone que el secretario de Estado de los Estados Unidos ya habló con los líderes de la oposición en nuestro país, quienes le habrían pedido que los ayude a liberarse del actual “gobierno terrorista”. ¿Gobierno terrorista o antinorteamericano? No me hagas reír, Feinman. Los Estados Unidos no consideran a la Argentina kirchnerista como una amenaza, porque de hecho los Kirchner se hicieron pis por sacarse fotos al lado de Bush, como buenos cholulos de feria que son.
Otra curiosidad es que Feinman afirma que el poder agrícola-mediático quiere minar el poder de Cristina. ¿De qué poder está hablando? Porque, es verdad, ella ganó con un altísimo caudal de votos, pero la elección popular no ha sido respetada y es Néstor Kirchner el que sigue gobernando. El mismo Kirchner que ha venido beneficiando a los grandes conglomerados económicos, desde las exportadoras de aceite hasta los empresarios supermillonarios del juego. De redistribución de la riqueza, nada.
¿De qué pareja montonera estás hablando, Feinman? ¿De la que se hizo rica con una mesa de dinero durante los años de plomo? Y ahora viene un pseudo-filósofo como vos a decir que el que no está de acuerdo con Kirchner está de acuerdo con los crímenes de lesa humanidad. Para rematarla, admitís que hay corrupción en el gobierno, pero parece que se trata de una corrupción buena porque viene de gente que se autodenomina de izquierda. Y deslizás que, después de todo, todos han robado y que por lo menos estos roban menos. ¡Y después nos horrorizamos de Barrionuevo!
Es verdad: la democracia está en peligro. Y está en peligro porque Kirchner no entiende cómo es su mecánica o la necesidad de una verdadera división de los poderes o de un Congreso donde todas las ideas estén representadas, donde se debata, donde no se limiten solamente a sacar las leyes tal cual como las quiere Néstor.
Y vos, Feinman, salís a agitar fantasmas y das a entender que es la democracia lo que está en juego. Hace poco también dijiste que cualquier pelotudo tiene un blog y todo el mundo salió a contestarte. A mí me causó gracia, porque me imaginé que en los años duros la existencia del blog hubiera ahorrado a los militantes muchas noches en vela al lado del mimeógrafo para imprimir panfletos. Tenés razón, Feinman, hoy cualquier pelotudo tiene un blog y puede darse el gusto de opinar libremente sobre lo que se le ocurra. Y cualquier pelotudo se cree un filósofo. Como vos.

Aquí arriba, el gran filósofo le pone palabras al retorcido pensamiento de su rey. La muñeca Cristina, observa y calla.